Hermoso monumento que tiene en su parte superior la escultura en bronce de un venadito altivo y brioso, que nos recuerda que nuestra ciudad en sus orígenes indígenas era una tierra de venados.

Realizado en 1977 por Pedro Jiménez Corona, quizá por encargo de una logia masónica de las que aún existen en Mazatlán, muy pronto se convirtió en uno de los monumentos más emblemáticos e identitarios del puerto. Su figura altiva, representada tanto en sellos gubernamentales como empresariales, es tan respetada y querida por los mazatlecos que cuando cuatro vándalos foráneos lo lanzaron y arrastraron por todo el malecón en 2007, poco los salvó del linchamiento público. Por esta razón Mazatlán cuenta desde entonces con dos venaditos realizados por el mismo Jiménez Corona: la copia con la que se sustituyó en su localización original y la escultura restaurada, situada desde el 2011 entre la UAS y el polideportivo.

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